Elogio del NO
No es no y hay una sola manera de decirlo No.
Sin admiración, ni interrogantes, ni puntos suspensivos.
No, se dice de una sola manera.
Es corto, rápido, monocorde, sobrio y escueto.
No. Se dice una sola vez,
No. Con la misma entonación,
No. Como un disco rayado, No.
Un no que necesita una larga caminata o una reflexión en el jardín no es No.
Un No que necesita de explicaciones y justificaciones, no es No.
No, tiene la brevedad de un segundo.
Es un No, para el otro porque ya fue para uno mismo.
No es No, aquí y muy lejos de aquí. No, no deja puertas abiertas ni entrampa con esperanzas,
Ni puede dejar de ser No, aunque el otro y el mundo se pongan patas arriba.
No, es el último acto de dignidad.
No, es el fin de un libro, sin más capítulos ni segundas partes.
No, no se dice por carta, ni se dice con sueños, ni en voz baja, ni gritando, ni con la cabeza gacha, ni mirando hacia otro lado, ni con símbolos devueltos; ni con pena y menos aún con Satisfacción.
No es NO, porque no.
Cuando el No es No, se mirará a los ojos y el No se descolgará naturalmente de los labios.
La voz del No, no es trémula, ni vacilante, ni agresiva y no deja duda alguna.
Ese No, no es una negación del pasado, es una corrección al futuro.
Y sólo quien sabe decir No puede decir Sí.
PERO SIEMPRE DIGA: NO DEBO REALIZAR NINGUNA APUESTA POR NADA EN LA VIDA