RECOPIO
tiene las letras demasiado pequeñas
Copio un artículo que encontré del Servicio de Atención a la ludopatía de Santa Cruz de Tenerife.
OBJETIVOS
El papel de los familiares del jugador patológico en el tratamiento del trastorno desde la perspectiva
más en uso en la actualidad, especialmente en las asociaciones de autoayuda, se entiende como
el marco que soporta y controla el proceso terapéutico. En este tipo de enfoque se asume que el
jugador no es responsable de sus actos y es víctima de una enfermedad que tiene como único responsable
al juego de azar. En un programa de intervención propuesto por Echeburúa y Baez (1994)
la familia se encargaría de controlarle al jugador el dinero, las tarjetas de crédito, las libretas de ahorro
y los talonarios. Además, durante gran parte del proceso terapéutico algunos familiares tendrían
funciones de coterapeutas. Este es el caso del programa propuesto por Labrador y Fernández
(1998) donde es la familia la administradora de la economía familiar y personal del jugador y a la vez
se erige como la controladora del proceso terapéutico. En el caso de las asociaciones de autoayuda,
que tienen una clara influencia de jugadores anónimos, en la mayoría de los casos la familia se
convierte por un lado en controladora del jugador patológico y a la vez en "sufridora" de los vaivenes
de la enfermedad, especialmente si se tiene en cuenta que en este tipo de grupos la idea de la
ludopatía como una enfermedad crónica incurable es algo que no se cuestiona.
En base a los resultados obtenidos, procedentes de personas que acuden para recibir tratamiento,
extraemos una serie de conclusiones en cuanto a la importancia del ámbito familiar de la persona
que tiene el problema, a la hora de la toma de conciencia y de abordaje del mismo por el propio
afectado. En base a estas conclusiones, pasamos a definir el modelo que empleamos en el Servicio
de Atención a la Ludopatía (SAL) desde hace unos tres años.
METODOLOGÍA
Los datos proceden de cincuenta entrevistados que acuden a consulta psicológica solicitando tratamiento
para su ludopatía. La edad media es de 40,6 años (edades comprendidas entre los 23 y
los 69 años). El 92% son hombres (n=46) y el 8% mujeres (n=4). Se les administró una entrevista
semiestructurada para juego patológico elaborada ad hoc de la cual extraemos los datos pertinen-
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tes para este estudio, y la adaptación española del cuestionario "South Oaks Gambling Screen"
(SOGS) (Lesieur y Blume, 1987) para juego patológico, del cual extraemos los ítems que aportan
información relevante para nuestros objetivos. La entrevista semiestructurada la administró siempre
leída el mismo entrevistador, y no textualmente (las preguntas que se presentan a continuación indican
la información a indagar). El cuestionario SOGS fue cumplimentado en todos los casos por la
persona que solicitaba terapia.
Las preguntas que se utilizaron de la entrevista semiestructurada pueden verse en la siguiente tabla:
En cuanto al SOGS, los ítems que se emplearon se presentan en la siguiente tabla:
RESULTADOS
Según nuestros datos, en los cincuenta casos analizados, el 95% de las familias conoce el problema
de ludopatía de las personas que acudieron solicitando ayuda. En más de la mitad de los casos
la decisión de buscar ayuda partió del ámbito familiar (el 54%).
Con una historia media de problema de unos 3 años (desde que empiezan los problemas familiares,
sociales, y económicos) es importante señalar que la pareja plantea una separación en el 56%
de los casos analizados, no habiendo tal planteamiento en un 14% de ellos. En el 65% de los casos
la solicitud de separación por parte de la pareja se produce durante el mes previo a la consulta.
ITEM Nº
11 ¿Ha ocultado alguna vez a su pareja, a sus hijos o a otros seres queridos boletos, billetes de lotería,
resguardos de apuestas, dinero obtenido en el juego u otros signos de apuestas o juego?
a) sí b) no
13 Si ha discutido alguna vez con las personas con las que vive sobre la forma de administrar el dinero,
¿se han centrado estas discusiones sobre el juego?
a) sí b) no
16 Si ha pedido dinero prestado para jugar o pagar deudas ¿a quién se lo ha pedido? ¿o dónde lo
ha obtenido?
• Del dinero de casa
• Del dinero de la pareja
• De familiares o amigos
PREGUNTA Nº
2 ¿Sabe la familia el problema que tiene con el juego, o trata de ocultárselo?
3 ¿La decisión de buscar ayuda fue suya o de su familia?
4 ¿Le ha planteado la pareja en los últimos tiempos la separación? (incluir tiempo que hace de
esto en meses)
7 ¿Cuánto tiempo hace que tiene el problema del juego patológico?
14 ¿Ha ocurrido algún acontecimiento vital estresante, coincidiendo con el comienzo del último episodio
de juego descontrolado?
COMUNICACIONES
El 83% de las personas con el problema, ha ocultado a su familia signos de juego, como boletos
de lotería, resguardos de apuestas, o dinero obtenido jugando, produciéndose discusiones por la
forma de administrar el dinero y su empleo en juego en el 85% de los casos. Además, en el 88%
de los cincuenta casos, se emplea dinero proveniente de la pareja o de los familiares.
Por otra parte, al analizar acontecimientos significativos que hayan ocurrido a la par que el inicio del
último episodio de juego descontrolado, se encontró en que en el 62,5% de los casos había ocurrido
algo de relevancia en el contexto familiar (desde nacimiento de hijos, hasta discusiones con
ellos, pasando por la emancipación, aunque también se dan discusiones y/o alejamiento y defunciones
de familiares cercanos). Estos acontecimientos o algunos aspectos derivados de estos, produjeron
en las personas encuestadas un malestar significativo (estrés).
DISCUSIÓN
A la vista de los resultados expuestos se hace evidente que la familia es un importante motor de
cambio en cuanto a esta adicción. Es, desde luego, la principal promotora en cuanto a consultar
con un profesional de la salud mental. Parece que el jugador sólo abandonará esta conducta en
cuanto sea un problema para él, y esto es así cuando sufre directamente las consecuencias en
aspectos no económicos, ya que el dinero no es sino el medio empleado para implementar la solución.
Solución, en muchos casos, como se puede ver en los datos presentados, a sentimientos de
malestar relacionados con eventos acaecidos en el contexto familiar.
La implicación de lo que decimos es que el juego tiene una funcionalidad muy especial en la vida
del jugador, ya que posiblemente consigue evadirse jugando, con lo cual no tendría sentido el implementar
un tratamiento enfocado exclusivamente a dejar de jugar, sino, de acuerdo con Hand y cols.
(1995), a "tratar" el problema que está en la base del juego excesivo.
Así pues, de situar correctamente ese motor de cambio que puede ser la familia, depende buena
parte de la efectividad de lo que hagamos a la hora de conseguir una toma de conciencia del problema
y del intento de modificación de esta conducta.
A la vista de nuestros datos, parece que la toma de conciencia del problema sólo se produce cuando
la pareja "claudica". Es decir, cuando decide actuar respecto a sus propios intereses y deja en
manos del jugador la decisión de qué hacer en adelante en relación a su propia vida. Si observamos
que una gran parte del dinero que utiliza el jugador también proviene de la familia, parece que
las decisiones a tomar no consisten en que la pareja controle absolutamente todos los recursos
económicos o que tenga que soportar los arranques de humor del jugador/a compulsivo/a, sino al
contrario, velar por sus propios intereses, delimitar sus derechos y/o libertades y consecuentemente
con esto, dejar el espacio que corresponde al otro.
Proponemos el papel de la familia no como método de control y coacción terapéutica, sino como
el más poderoso motor de cambio desde la libertad y la libre adopción de alternativas vitales.
El modelo se adapta a la cada vez más asumida realidad familiar actual, donde cada miembro de la
pareja es libre de continuar o no la relación, y donde entendemos que existe el derecho y el deber
de obrar en libertad respecto a los conflictos que se planteen en el seno familiar.
Con este planteamiento conseguimos, por una parte, que aumente la adhesión al programa por
parte de la persona que presenta el problema y, por otra, que el jugador/a valore en qué medida el
juego es realmente un problema y/o una amenaza para su propia vida al margen de las consecuencias
que recaen en los otros significativos.
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Un modelo de tratamiento en ludopatía. El papel de la familia
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CONCLUSIONES
Los datos que hemos obtenido indican la gran importancia que tiene la familia para que las personas
que sufren ludopatía tomen conciencia del problema y traten de encontrar una solución. Sin
embargo, resulta paradójico que los familiares de la persona que sufre ludopatía sólo consiguen lo
que estaban persiguiendo (que el jugador se diera cuenta y que admitiera la existencia de un problema
en relación con la conducta de juego) cuando dan a entender (posiblemente con algo más
que palabras) que le abandonan a su suerte, y que van a comenzar a solucionar los problemas que
pueden controlar, es decir, los que atañen exclusivamente a su propia existencia.
Por tanto, creemos que en base a los resultados expuestos, el éxito de la terapia dependerá en gran
medida de la posición que adopten los familiares de la persona que acude a consulta, ya que parece
que la principal motivación es precisamente solucionar los problemas surgidos en relación a ellos.
Así pues, creemos importante tener esto en cuenta, y reestructurar en lo posible la dinámica familiar,
de forma que cada persona tenga su espacio, y vele por sus propios intereses.
Esto supone desde luego, la no adopción del concepto "enfermedad" para este problema aunque
esta perspectiva tenga varios aspectos, sin duda, ventajosos tanto para la persona que padece el
problema como para la familia: nadie es responsable, no hay culpa, y esto permite afrontar el futuro
desde una nueva perspectiva, partiendo desde cero. Sin embargo los perjuicios son también evidentes:
los responsables de la recuperación son los técnicos, la familia es responsable del cuidado
del enfermo con todo lo que ello supone, y debe afrontar como si de una enfermedad crónica se
tratase, el futuro en compañía del familiar afectado por la ludopatía. En muchos casos, tanto las
prescripciones que realizan los profesionales para evitar el progreso del problema, como las prescripciones
que se realizan en las asociaciones de autoayuda con el mismo fin, suponen cambios de
enorme magnitud en la vida familiar y personal del afectado. El hecho de por ejemplo restringir el
uso de dinero o el control económico del afectado, presentado en muchas ocasiones como requisito
imprescindible para la recuperación, y adoptado el mencionado rol de enfermo, conducen en
ocasiones a situaciones con resultados más dañinos para la salud psíquica y física, que los que se
trataban de evitar. Por fortuna, parece por los índices de abandonos durante incluso la primera
sesión, de determinados programas (22% en la 1ª, 50% en la 2ª y 70% en la 10ª según Stewart y
Brown, 1988) que el adherirse a determinadas "normas" y conceptualizaciones va tan en contra de
la dignidad y naturaleza humanas que sólo las personas muy dispuestas a cualquier cosa con tal de
solucionar el problema (es decir, en situaciones límite) están dispuestas a acoplarse a ello.
En otros casos, la adhesión al tratamiento y la corrección de la conducta duran lo que duran las artificiales
condiciones creadas, y en cuanto la familia confía nuevamente en la persona implicada, se
produce otra vez la recidiva. Lo cual es lógico, si tenemos en cuenta que se ha implicado de tal
forma a la familia y se le ha cargado con tal responsabilidad, que probablemente la percepción del
jugador de que él no tiene nada que ver en lo que le ocurre se haya arraigado aún más si cabe.
Siguiendo a A. Escohotado en la Conferencia Inaugural del I Congreso de ludopatía celebrado en
España, "no confundamos infección con tentación".
En nuestra concepción del problema asumimos que el jugador juega porque quiere y en ningún
momento hace algo que no quiere hacer, aunque no está bajo la comprensión de por qué juega
excesivamente y de por qué pasa la mayor parte del tiempo pensando en jugar (Castro, 1999).
Así pues, planteándose el juego como solución y no como problema, lo que tratamos de conseguir
es que el jugador abandone el juego como solución y se centre en lo que son sus verdaderos problemas.
Aquí es donde la familia adquiere protagonismo. Proponemos por tanto un funcionamiento
COMUNICACIONES
familiar más acorde con la sociedad actual, donde cada miembro de la pareja tiene los mismos derechos
y obligaciones, y donde existe el derecho a desvincularse en caso de que no haya entendimiento
con la otra persona, por la razón que sea.
Entendemos que el tratamiento de los familiares de las personas adictas al juego debe ser totalmente
al margen de su familiar, sin convertirse en "controladores" de la vida del otro. El terapeuta
debe hacer entender a los familiares que por encima de todo su ser querido tiene una serie de derechos
y de libertades (incluido el jugar todo "su" dinero si así lo desea) y que ellos igualmente tienen
otros (incluido el de convivir o no con una persona que hace eso con "su" dinero). Partiendo de esta
perspectiva y entendiendo esta cuestión ambas partes, se sentarán las bases que posibiliten una
toma de decisión por parte de la persona afectada en el sentido de si el juego es realmente un problema
y si quiere tratar de solucionarlo.
En nuestro centro realizamos cada quince días reuniones con los familiares de las personas que
consultan por problemas con la conducta de juego. Este grupo tiene su propio terapeuta que, aunque
comparte información con el terapeuta del grupo de afectados, no facilita información a los
familiares respecto a la marcha de su ser querido. Tanto los familiares como los afectados saben
que no recibirán esa información y que la única motivación para acudir al centro será el interés de
cada uno, en un caso aprender a gestionar el conflicto con el jugador y los propios intereses, y en
el otro, conseguir entender el porqué de la adicción y tratar de superarla.
Así pues, creemos que con nuestra forma de situar el papel de la familia en el contexto del tratamiento
de la ludopatía conseguimos aprovechar de forma determinante el "impulso" con el que ya
viene la persona a consulta, para conseguir que se plantee hasta qué punto el juego es un problema
real en su vida o no. En cualquier caso, creemos necesario que se realice una reestructuración
en el ámbito familiar especialmente en relación a aspectos económicos y de libertades y responsabilidades
individuales, ya que en algunos casos los tratamientos de la conducta de juego excesivo,
en relación a la familia, parecen perseguir por encima de todo la supervivencia del ente familiar, por
encima incluso del bienestar de cada uno de los individuos que lo forman.
Vanesa Castro Rodríguez
Psicóloga. Miembro del Servicio de Atención
a la Ludopatía de Santa Cruz de Tenerife
María José Afonso Rodríguez
Psicóloga de Familia del Servicio de Atención
a la Ludopatía de Santa Cruz de Tenerife.
Especialista en Psicología Clínica y Laboral
Jesús Castro Rodríguez
Psicólogo. Director del Servicio de Atención
a la Ludopatía de Santa Cruz de Tenerife
y fundador del mismo