Escrito el: 05 de Marzo de 2010 a las 08:06
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Un señor aparece en la consulta de un Psicólogo supuestamente experto en adicciones con un brazo escayolado.
El psicólogo extrañado le pregunta que por qué está allí, a lo que el señor le responde que cada vez que ve un pozo siente un deseo irrefrenable de asomarse y una vez junto al pozo, no puede evitar tirarse.
El psicólogo supuestamente experto en adicciones, tras pensar un rato, le dice que cuando vea un pozo, se acerque, y una vez allí, piense en su brazo roto.
Son 120 euros por la consulta.
Unos días después, el mismo señor vuelve a la consulta del psicólogo supuestamente experto en adicciones con los dos brazos escayolados.
El psicólogo supuestamente experto en adicciones, lo primero que hace es decirle que debe pedir hora; a lo que el buen señor le responde que no podía marcar en el teléfono debido a que tenía los dos brazos rotos; así que el psicólogo supuestamente experto en adicciones, decide dedicarle unos minutos.
El señor, le relata que, siguiendo escrupulosamente las instrucciones recibidas en la anterior consulta; se acercó al primer pozo que vio, pensó en su brazo roto, y se tiró al pozo.
El psicólogo supuestamente experto en adicciones, le reprende diciendo: ¿Pensó Ud. En las consecuencias que acarrearía el volver a tirarse? a lo que el señor contestó que sí, que sabía que probablemente se rompería el otro brazo; pero que no pudo evitar tirarse.
El psicólogo supuestamente experto en adicciones, tras pensar un rato, le dice que cuando vea un pozo, se acerque, y una vez allí, piense en sus brazos rotos, y que cuando sienta el deseo irrefrenable de tirarse, que piense que se puede romper una pierna. Así, seguro que no se tiraría.
Son 120 euros por la consulta.
La escena se repite durante algunas semanas. Al pobre hombre no le quedan huesos que romperse ni dinero para pagar la consulta del psicólogo supuestamente experto en adicciones.
Transcurridas unas semanas, el psicólogo supuestamente experto en adicciones, se siente satisfecho. Considera que gracias a sus consejos el buen hombre no ha vuelto a tirarse a ningún pozo, así que decide ponerse en contacto con el señor.
Llama a su móvil, y está apagado o fuera de cobertura. Llama a su casa, y le atiende una joven que le informa de que el señor, su padre, se acercó a un pozo profundísimo, se tiró y fue imposible rescatarle.
Ni siquiera los bomberos fueron capaces de rescatar el cuerpo.
A los 5 minutos, llaman a la puerta de la consulta del psicólogo supuestamente experto en adicciones. Este, extrañado pues no espera a ningún paciente, abre la puerta y se encuentra a dos agentes del Cuerpo Nacional de Policía, que proceden a leerle una Orden Judicial que dice:
Señor Psicólogo supuestamente experto en adicciones.
Está Ud. Detenido por:
Homicidio involuntario causado por qué Ud. Ejercía una profesión para la que no dispone de la capacitación y titulación necesaria.
Estafa continuada.
Intrusismo profesional.
Una vez esposado, le leen sus derechos y se lo llevan detenido.
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