Escrito el: 01 de Agosto de 2007 a las 02:34
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Voy a intentar mediar en este asunto y poder dar un poco de luz.
Está claro que la mayoría de las personas que escribimos en este foro lo hacemos porque de una u otra manera estamos envueltos en el mundo de la ludopatía. Somos por lo general parejas, hijos, padres, amigos de ludópatas, y ellos mismos. Es por este motivo por lo que la finalidad o interés de cada uno que escribe aquí es ayudar y pedir ayuda para él, para su familia o para ambos.
Si partimos de esa base está claro que lo que alguien pueda pretender nunca será ofender a otro sino dar su opinión o punto de vista sobre lo escrito. Podrá estar de acuerdo o no. Tendrá dudas sobre opiniones. Podrá desconfiar de la fiabilidad de los consejos o medidas que se expongan. Pero lo primordial es pensar que todos escribimos de buena fe.
Ahora expongo yo mi opinión sobre el caso de azul21.
Nadie, absolutamente nadie, se parece a nadie.
Nadie es perfecto.
Todo el mundo tiene problemas.
Cada uno es libre de convivir o no con quien quiera.
A la hora de dar consejos, que sean los mínimos. Podemos equivocarnos al no conocer la situación.
Los valores son los mismos para todos, pero cada persona tiene una escala distinta (cuántas veces hemos oido o leído que duele más la mentira que el dinero derrochado).
Las líneas de tendencia a la felicidad siguen diversos caminos según la persona. La salud, el dinero, el amor, la amistad... cada cuál los pone en un orden diferente (hay personas para las cuales es más importante el amor que el dinero, otros anteponen la salud...).
Expongo mi caso y mis líneas de pensamiento y desenvolvimiento en lo que a mi me afecta.
Mi marido es ludópata. Ahora lo reconoce y lo acepta. Durante muchos años no lo hizo. Me mentía, me hacía mucho daño y también se lo hacía a sí mismo. Apuros económicos a todas horas (eso me daba igual, para mi el dinero no da la felicidad). Tuve que elegir entre dos opciones, o separarme o seguir con él. Tanto la una como la otra opción me llevaban al mismo camino. Yo debía comprometerme en su posible rehabilitación, a distancia o viviendo juntos, es decir que si me separaba como si no tendría que seguir machacando en buscar los métodos y maneras para que él asumiera su enfermedad y posteriormente se pusiera en tratamiento. Escogí la opción más fácil para mí en ese momento, seguir junto a él, por varios motivos, porque le quería y mucho, y porque pensé que estando cerca tarde o temprano tendría que recapacitar. Y así sucedió, no me equivoqué.
Ahora vivimos un poco más felices, pero lo importante es que él ha comenzado una nueva vida que nunca antes había tenido, y eso a mí me compensa.
Os voy a contar un secreto (a medias). Mi marido también escribe en este foro, pero me vais a perdonar que no revele su identidad puesto que él tampoco ha dicho nunca que yo era su mujer.
Muchos besos para todos y que cada cual saque sus conclusiones:
Mari Sol.
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