Escrito el: 05 de Agosto de 2009 a las 17:47

Hola, tengo 30 años. En el fondo soy un chico bastante normal, vamos, del montón, pero con una excepción, soy ludópata. Ese es el motivo por el que me he decidido a escribir estas líneas. Tengo, quizás, la esperanza de que me ayude a salir de este infierno por el que pasamos mucha gente.

   Voy a empezar por el principio, ya que soy algo disperso y si me distraigo no voy a ser capaz de escribir más de una página. Comencé en el “lucrativo” negocio de las tragaperras hace aproximadamente unos seis años. Todo empezó exactamente igual que cuando comencé a fumar,  que si pruébalo que es una pasada, que si solo van a ser veinte duros, total que un amigo y yo tuvimos la “suerte” de que nos diese un premio. Ese fue el comienzo de una larga relación entre aquellos monstruos de luces parpadeantes y yo.

   Nunca me había sentido atraído antes por los juegos de azar. No jugaba a la lotería, quinielas, ni ningún otro medio de hacerse rico rápidamente, por lo que pensé igual que cuando ves en la tele las campañas de la DGT contra el trafico: “eso no me va a pasar a mi”, pero si, me pasó. Durante un tiempo no jugué mucho, apenas unos duros, y siempre pensando que como el bar era mío, si perdía, no perdía del todo. Aquello me duro un año, en el que perdí (por que siempre se pierde), cantidades pequeñas, siempre “asumibles”, hasta que por cosas del destino cambié de trabajo y me trasladé a otra ciudad. No se si por el cambio de vida, de trabajo, o de amigos, deje de jugar. Ya ni siquiera pensaba en ello, pero aquellos monstruos de luces no me iban a dejar escapar tan fácilmente.

  Al año siguiente volví a mi casa, con mi familia, mis amigos y mi novia, y pase un tiempo añorando la vida que había dejado atrás. Comencé a jugar otra vez unos meses más tarde, pero solo ínfimas cantidades, hasta que elegí trabajar con un camión, lo que me daba la libertad de parar en bares y restaurantes en lugares distintos. Aquello fue de mal en peor, por que las cantidades que me jugaba iban en aumento cada vez más, hasta que tuve que empezar a mentir. Es increíble lo que las personas llegan a ingeniarse para conseguir sus fines, y los míos eran volver a las maquinas tragaperras cada vez que podía. Mi ingenio se  desarrollaba cada vez más a la hora de ocultar mis “gastos inesperados”, a la vez que también crecían las mentiras. En mi cabeza siempre aparecían las mismas palabras cuando salía de un bar: “a ver si a la próxima me recupero”, pero eso nunca llegó a suceder ya que a medida que ganaba mas, mas me gastaba.

   Muchas veces caminé al borde del precipicio, al borde de que me descubrieran, pero siempre conseguía volver a jugar sin aparentes consecuencias, hasta el nacimiento de mi hijo. Mi pequeño es una bendición para mi, pero por algún motivo que aun no logro comprender, mi problema se agravo. Comencé a buscar excusas, siempre con la intención de volver al bar, y a aquella maquina desconsiderada que no me daba la “especial”, hasta que ya no pude volver a hacerlo. No, no crean que fue por voluntad propia, sino por que ya podía gastar más dinero. Me lo había  jugado todo.

   Mi pequeñín crecía, y yo lloraba a escondidas cada vez que tenia que comprarle pañales, pues había gastado el dinero que debiese  proporcionárselos, y debía hacer maravillas para que mi mujer no supiera por que compraba los mas baratos.

   Cada vez que miraba a mi hijo, y el me sonreía, sentía que mi corazón se llenaba de felicidad, y por otra parte se desgarraba de pena y culpabilidad. Creanme, nadie debería de sentir algo así cuando mira a la carita a su pequeño. Tenía que hacer algo para remediarlo, y no se me ocurrió otra manera que jugar a saco. Quería ganar el dinero perdido, y enterrar en el agujero mas profundo mi problema, pero eso no sucedió, y volví a perder más dinero.

   Por aquel entonces yo era un alma en pena, un muerto en vida, ya que mis problemas no me dejaban disfrutar de lo maravillosa que en realidad era mi vida, hasta que un día mi mujer se dio cuenta de lo que pasaba. He de decir que jamás, ni aunque viva diez vidas, podré recompensar a esa maravillosa mujer que tengo de todo el daño que le he causado, ya que la pobre ha tenido que tragar desde que me conoció carros y carretas.

   Ahora que ella sabe lo que me pasa estamos pasando por un momento difícil, pero ¿saben algo?, de momento he dejado de jugar. Todo el mundo me dice que esto es de por vida, que es una enfermedad y no tiene cura, pero yo lo voy a intentar con toda mi alma. Ahora miro a mi pequeño, que ya tiene tres meses, y cuando me sonríe lo único que siento es una felicidad absoluta y unas ganas de salir de esto tremendas.

   Como habrán adivinado el titulo de esta historia no es mío, pero me venia de lujo para contar lo que quería decir, y no es otra cosa que el comienzo de un jugador es una muerte anunciada, ya que siempre termina en el mismo lugar. ¿O acaso ustedes conocen algún jugador de tragaperras que se haya hecho millonario?

Escrito el: 06 de Agosto de 2009 a las 19:18

Hola Sokar ya has dado el primer paso admitiendo nuestra enfermedad al juego.

Animo y adelante.

Escrito el: 07 de Agosto de 2009 a las 09:08

Hola Sokar

Bienvenido al foro.

Desde que participo en el foro, creo que no habia visto nunca a ningun "debutante" (Si me permites la expresión), que tenga tan bien encarrilado el principio del camino.

Para decir ésto me baso en dos cosas: Parece que sabes lo que hay y tu mujer (He leído su post), además de saberlo, está a muerte contigo.

Bueno, leeros los avisos del foro. Es imprescindible que asumáis (Fundamentalmente tú, por supuesto), las medidas preventivas a rajatabla, pues ellas son las que te ayudarán a mantenerte alejado del juego; y mientras no juegas, podrás dedicarte a reconstruir tu vida y a alcanzar la normalidad, que es lo único que de verdad necesitamos.

Acudid a alguna Asociación. Allí encontraréis la mejor ayuda, que está basada en la experiencia de los adictos que estamos recuperándonos y la asistencia profesional precisa para comprender y para salir del agujero.

Yo sólo te puedo decir una cosa más basada en mi propia vida: Es difícil dejar de jugar, es aun más difícil mantenerse en abstinencia; pero vivir sin el juego es, además de posible, estupendo.

Aquí estamos para lo que queráis.

Mucho ánimo y a ponerse manos a la obra.

No dejes pasar la oportunidad que tienes delante, nunca se sabe si es la última.

Escrito el: 07 de Agosto de 2009 a las 11:53

AMIGO SOKAR:

TIEMPO DE APRECIAR LO QUE TIENES.

Escrito el: 07 de Agosto de 2009 a las 14:47

EL VALOR DE LA MUJER.

Cuenta la leyenda que al principio del mundo, cuando Dios decidió crear a la mujer, encontró que había agotado todos los materiales sólidos en el hombre y no tenía más de que disponer.


Ante este dilema y después de profunda meditación, hizo esto:
Tomo la redondez de la luna, las suaves curvas de las olas, la tierna adhesión de la enredadera, el trémulo movimiento de las hojas, la esbeltez de la palmera, el tinte delicado de las flores, la amorosa mirada del ciervo, la alegría del sol y las gotas del llanto de las nubes, la inconstancia del viento y la fidelidad del perro, la timidez de la tórtola y la vanidad del pavo real, la suavidad de la pluma de un cisne y la dureza del diamante, la dulzura de la paloma y la crueldad del tigre, el ardor del fuego y la frialdad de la nieve.
Mezclo tan desiguales ingredientes, formó a la mujer y se la dio al hombre.
Después de una semana, vino el hombre y le dijo: ¡¡¡Señor, la criatura que me diste me hace desdichado, quiere toda mi atención, nunca me deja solo, charla incesantemente, llora sin motivo, parece que se divierte al hacerme sufrir y vengo a devolvértela porque no puedo vivir con ella!!!


Bien, contestó Dios y tomó a la mujer.
Pasó otra semana, volvió el hombre y le dijo: Señor, me encuentro muy solo desde que te devolví a la criatura que hiciste para mí, ella cantaba y jugaba a mi lado, me miraba con ternura y su mirada era una caricia, reía y su risa era música, era hermosa a la vista y suave al contacto. Me cuidaba y protegía cuando lo necesitaba, me daba dulzura, ternura, comprensión y amor sin condiciones, por favor Dios, devuélvemela, ¡¡¡porque no puedo vivir sin ella!!!


Ya veo, dijo Dios, ahora valoras sus cualidades, eso me alegra mucho, claro que puedes tenerla de nuevo, fue creada para ti, pero no olvides cuidarla, amarla, respetarla y protegerla, porque de no hacerlo, corres el riesgo de quedarte de nuevo sin ella...

Anónimo



UN SALUDO.
TODO PROBLEMA TIENE SOLUCION